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URIUM: EL RIOTINTO ROMANO
"...es el Urium de los romanos, el Aceche de los baladíes, el tremendo río de las lágrimas, de cuyas linfas no se logra ningún género de pescados ni otros seres vivos, ni la gente la bebe ni alimañas, ni se sirven de ella los pueblos para cosa ninguna".


Descripción del río Tinto en 1556 del clérigo Diego Delgado a Felipe II
Avery, D. (1985).


" (...) A unos tres kilómetros de su destino, al salvar un promontorio, divisaron ante ellos un conjunto de valles donde grandes montículos de negras escorias contrastaban con los verdes arbustos que cubrían las laderas. Según cabalgaban, reconocieron con creciente emoción las señales de un antiguo establecimiento romano: columnas talladas, piedras labradas procedentes de desplomados muros e inmensas galerías de desagüe que emergían en la parte superior de los cerros. Habían redescubierto una parte de las minas más importantes del mundo antiguo, un complejo de yacimientos que todos conocen hoy por minas de Río Tinto"

Avery, D. (1985).


La época de ocupación romana, inmediatamente posterior a la cartaginesa, no posee grandes problemas de interpretación. En los primeros momentos, existía un pueblo céltico, los Turdetanos, que durante al menos los dos primeros siglos de ocupación romana, sirvieron para la realización de tareas forzadas en la explotación minera. La presencia de un río de aguas rojizas que se adentraba en la sierra y de las escorias dejadas por los Fenicios no hicieron difícil el redescubrimiento de estas minas.

Del control férreo de las minas que realizaba la República se pasó a una posesión de las explotaciones por privados desde la implantación del Imperio.
Con la llegada de la administración romana, Minas de Río Tinto se convierte en el gran centro de actividad minera: «Corta del Lago fue escenario de una producción de metales muy intensa y compleja. Ya en el siglo I a. C. por lo menos una parte de la zona dedicada en la Corta a actividades de superficie, se hallaba cubierta de talleres de sólida construcción y de otras instalaciones industriales.» (Blanco y Rothenberg, 1981).

Se explotará simultáneamente cobre, plata, hierro y oro. Es el momento de mayor esplendor de la minería antigua. La importancia de sus metales y la demanda de Roma impulsa la explotación a gran escala y la introducción de nuevas técnicas de extracción, a partir de la construcción de túneles galerías que eran asistidos por un sistema de drenaje a base de norias; además, se emplea una numerosa mano de obra esclava, desarrollandose ante todo alrededor de los ss. II-III.

Son diversas las manifestaciones encontradas que aluden al emperador Nerva: monedas, una estatua (actualmente en el Museo de Riotinto)... En julio de 1772 se descubriría uno de los hitos de su historia romana, cuando Francisco Sanz, al decidir explorar una galería romana recientemente descubierta en el extremo sureste del cerro Salomón encontró una placa de metal colocada en honor del emperador Nerva. Se podía leer:

IMP. NERVAE CAESARI AUG
PONTIFICI MAXIMO TR.
POTEST. P.P. COS.III
DESIG.III. PUDENS AUG. LIB.
PROCURATOR
PAT. SUO POSUIT.

Su transcripción completa al latín sería: "Imperatori Nervae Caesari Augusto, Pontifici Maximo, Tribunitie Potestatis, Patri Patriae, Consuli tertium, designato quartum. Pudens augusti libertus procurator patrono suo posuit". De este hallazgo, cuyo original se encuentra en el Museo Arqueológico de Madrid, Sanz escribió una de las publicaciones más tempranas en lo referido a los descubrimientos romanos en Riotinto, bajo el nombre de "Memoria antigua de Romanos en las minas de Río Tinto", publicado en Sevilla el 4 de septiembre de ese mismo año.

En cualquier caso, Avery nos describe la impresión de Mendoza cuando en 1556 viajaba desde Zalamea la Real hacia las minas del norte para documentarlas a la Corona ante la bancarrota existente en el inicio del reinado de un Felipe II casado con una enfermiza María Tudor: "A unos tres kilómetros de su destino, al salvar un promontorio, divisaron ante ellos un conjunto de valles donde grandes montículos de negras escorias contrastaban con los verdes arbustos que cubrían las laderas. Según cabalgaban, reconocieron con creciente emoción las señales de un antiguo establecimiento romano: columnas talladas, piedras labradas procedentes de desplomados muros e inmensas galerías de desagüe que emergían en la parte superior de los cerros. Habían redescubierto una parte de las minas más importantes del mundo antiguo, un complejo de yacimientos que todos conocen hoy por minas de Río Tinto" (Avery D., 1985).

Los romanos desarrollaron una intensa infraestructura en el interior de los cerros repletos de mineral, con elaboradas galerías que en ocasiones partían desde los 60 cm de ancho por los 90 cm de alto aproximadamente. Ello nos lleva a deducir que en diversas ocasiones fueran los niños quienes trabajaran estas pequeñas galerías mineras. En ocasiones, estas galerías de principios de nuestra era provocaron problemas posteriores en la más reciente explotación bajo tierra, al encontrar por ejemplo un pie de separación de roca entre ambas galerías (la actual, y una siguiente galería romana descubierta).

En cuanto al interior de las galerías, las sostenían con madera de encina del entorno cercano; además, todo ello conllevó la elaboración de un sistema de suministro, de drenaje de las aguas y de ventilación, así como de evacuación de los minerales y de las tierras, a través de los espuertas, también usados hasta hace no muchos días por la Río Tinto Company Ltd. En lo referente al sistema de drenaje de aguas, lo más sorprendente es el sistema de norias, construidas en madera y bronce, y de las que se han descubierto alrededor de treinta en Río Tinto.

Los romanos trataron el mineral en hornos, y por tanto, era evidente el que se encontraran restos de estos. En efecto, en 1887 J. F. Allan (padre de J.C. Allan, el colaborador de L. Shalkied) nos describe por primera vez uno de ellos, y en abril de 1973, B. Rothemberg localizó alrededor de veinte hornos de estas características en Río Tinto; además, la carga de mineral que estos fundían era pequeña, por lo que se precisaba de un gran número de hornos. El refinamiento adicional era necesario y la plata fue recuperada por la copelación con el plomo, y el plomo fue exportado a las minas, de este modo, se encontraron dos bloques de plomo de Carthago Nova. Del mismo modo, el comercio del mineral requería de un sistema de vías: de este modo, recientes arqueólogos establecen las vías que unían Urium con Itucci o Tejada la Nueva y a Urium con Arucci o Aracena, así como Urium-Onuba.

Lo cierto es que aquellos mineros precisaban herramientas, y como era de esperar, se han encontrado en el territorio minero picos, norias...

El poblado romano en Riotinto recibiría el nombre de Urium, que toma el nombre del río Urbero o ur-yero, el dado por los fenicios al "río que arde", el actual río Tinto. Luzón señaló que este poblado respondería a la ubicación de la aldea de la Dehesa, lo que otras investigaciones confirmarían, al menos indirectamente, al descubrir la necrópolis romana de la Dehesa a tan sólo unos 200 m. del poblado actual, lo que sería una distancia aproximadamente similar extramuros de la villa, pues si bien era cierto que se trataba de un enterramiento compuesto por cuppae y torres funerarias pertenecientes al poblado de Corta del Lago... En 1556 el clérigo Diego Delgado describía a Felipe el río Tinto: "...es el Urium de los romanos, el Aceche de los baladíes, el tremendo río de las lágrimas, de cuyas linfas no se logra ningún género de pescados ni otros seres vivos, ni la gente la bebe ni alimañas, ni se sirven de ella los pueblos para cosa ninguna".

En la zona minera de Urium se encontraban tres clases: ciudadanos, esclavos y criminales, como se demuestra en un relieve de un hombre encadenado esculpido en la necrópolis de La Dehesa.

Plinio afirma que alrededor de 20.000 criminales procedentes de todo el Imperio trabajarían en las tareas mineras en la Bética, de los que alrededor de 10.000 se encontrarían en el territorio de Río Tinto. En contra, los ciudadanos libres se encargarían de aquellas tareas más prácticas en la administración, y del mismo modo, sus habilidades podrían servir para suministrar una disciplina al excavar en la mina.

Con respecto a los edificios que se han encontrado en Riotinto destacar una obra de mampostería de excelente calidad, sarcófagos de piedra y una extensa área de enterramiento en torno a la aldea de La Dehesa, edificaciones funerarias de piedra que se han reaprovechado durante centurias y que el Museo Minero ha conseguido preservar una parte en la actualidad. También se han encontrado gran cantidad de restos de la vida cotidiana, quizás el más representativo es una jarra de vidrio.

Las minas constituían un importante monopolio para el Imperio: había guarniciones del ejército (los restos encontrados aluden a la IX Legión), tasadores, oficiales... y niños utilizados en las extracciones más difíciles. Este monopolio se muestra, en uno de los casos, en unas tabletas de bronce encontradas en Aljustred (Portugal), que se referían a la legislación que habían de recibir las explotaciones mineras del Imperio. De cualquier modo, existen muestras que hacen pensar que en Río Tinto vivió una población con un cierto nivel de vida, como lo demuestra el descubrimiento de una estatua de bronce representando a Minerva, el modelo de bronce de un verraco salvaje -lo que demuestra el florecimiento de otra cultura al mismo tiempo, probablemente representaría a un dios céltico-.

El boom comercial en Roma durante el periodo de Trajano (97-117 d.C.), supone el mayor auge de las minas bajo la ocupación romana. En el s. III el Imperio experimenta una inflación y se produce una mayor demanda del cobre, lo que favoreció la explotación de Río Tinto. Las minas continúan en explotación y se encuentran de este modo cantidades considerables de monedas de la época de Teodosio (379-95 d.C.) y de Honorio (395-425 d.C.). En el 410 se produce el saqueo visigodo de Roma por Alarico, y los romanos comienzan de este modo a retirarse de la Península Ibérica. Este sería el último de los momentos de esta época de esplendor (durante 13 siglos) y que tantos restos visibles dejó a la vista durante siglos -Recordemos los comentarios de Delgado al llegar a las minas en 1556 o el floreciente pasado que hizo que muchas personalidades visitaran los terrenos, como por ejemplo Lord Byron).

Es un reportaje de:

Julio de 2003
  Bibliografía:
AVERY, David (1974): Not on the Queen Victoria's birthday: the history of the Río Tinto mines. Collins. London. Pg. 214-228 (Versión en español, utilizada para el contexto sociopolítico fechada en 1985).

FERNÁNDEZ-POSSE ARNAIZ, M.D. y SÁNCHEZ, J.: Memoria antigua de romanos, nuevamente descubierta en las minas de Río-Tinto. (Reproducción facsímil del texto de Francisco Thomas Sanz de 1762).

BLANCO F. y ROTHENBERG, B. (1981): Explotación Arqueo-metalúrgica de Huelva. Ed. Labor. Barcelona.